jueves, 3 de marzo de 2011

Apocalipsis

Me intentan cultivar ese espíritu capitalista. Soy como una semillita con una carita sonriente, alegre, llena de amor, que quiere ser un árbol. Pero me están llenando de genes medio extraños (mediante el uso de la ingeniería genética, de más está decirlo), como para que no florezca amor, si no dinero. Billetes de 100 floreciendo de mis esfuerzos por ser.

Y el otro día puse que no sabía qué era el espíritu del capitalismo, pero ahora de a poco lo voy conociendo: "El tiempo es oro" me habían dicho ochenta veces, y me parecía un lindo refrán. Hasta que me di cuenta (hace poco, sí, debo admitirlo, aún soy un niño) que se refería a que, cada segundo que no invertimos, cada segundo de placer o de "estar al pedo", es en realidad plata desperdiciada. Porque nuestro único fin es la ganancia, y no la satisfacción de necesidades o, mejor dicho, placeres, con dicha ganancia. La ganancia es el fin y el medio es perder la cabeza y el corazón vendiéndolos al sistema.

Y qué seremos uno se pregunta, además de máquinas, fabricadas para trabajar para siempre. Y qué es todo lo que haceos, además de recuperar energías para seguir trabajando. Y no paro de cuestionarme por qué trabajamos. ¿Por qué trabajamos? ¿Será por la pobreza que naturalmente tenemos? ¿Será por la insatisfacción que naturalmente tenemos? ¿¡Cómo puede ser que los avances económicos impliquen más rendimiento, y no más tiempo para invertir en placeres!? ¿¡Por qué esta ambición desmedida?

Cuestiónenselo, y así algo pueda llegar a cambiar. No se queden con la respuesta eterna que nos dan: busquen siempre la duda.

Los amo, por ahora.

¡Y ya vamos a despertar!